Casi cuarenta años elaborando las carrozas de nuestro particular romero no son ni mucho menos pocos para que la Junta de Gobierno de nuestra antigua Hermandad decidiera rendir justo homenaje, el pasado 22 de enero en el Teatro España de nuestra localidad, a D. Manuel Martínez Ligero, el singular Manolito "el herrero".
Bien sabe, cualquiera que lo conoce, que lleva consigo el nombre de la Santa Cruz de la Calle Sevilla pues está vinculada a Ella desde el día en el que vino al mundo en su casa de toda la vida, situada, como no podía ser menos, en la Calle Sevilla.
Sus primeros años transcurrieron entre juegos de niños de la Calle Sevilla y la Vega, mezclándose con el sonido inconfundible del hierro sobre el yunque y al calor de la fragua de la herrería que regentaban su tío Francisco y su padre.
Gracias al vínculo con la Santa Cruz de sus antepasados y la fuerte devoción y tradición de su familia, su crecimiento como persona se ve consolidado sobre unos fuertes cimientos cruceros.
Creció colaborando de lleno todo lo referente a las fiestas, sobre todo ayudando en la confección de las flores y faldones para las carrozas del romerito. En 1.955, llega a nuestra localidad D. Gregorio García Cardoso, persona a quien la Hermandad, encarga el trabajo de un nuevo romerito. Aquí se da comienzo a una etapa de gran esplendor en cuanto a carrozas se refiere, ya que tal cortejo deslumbra a propios y extraños, por la perfección, la originalidad y la majestuosidad de dichas carrozas. Entre sus ayudantes contó, con nuestro hermano Manuel Martínez Ligero, que con el paso de los años, llegó a convertirse en su aventajado discípulo, y fiel heredero de su arte.
De esta manera llega Manolo a diseñar y confeccionar su primera carroza, introducida en el romerito del año 64 cuando tan solo contaba con 18 años de edad y a la que bautizó con el título de Sinfonía.
Pero no fue hasta los años 70 cuando, D. Agustín Montes Suárez, presidente por aquellos años de la Hermandad, le propone que diseñe y confeccione en su totalidad las carrozas para el romerito, es así como Manolo, tras su larga experiencia junto a otros maestros, se enfrenta solo a esta ardua tarea.
Decide en primer lugar rodearse de las mejores manos para las tareas de carpintería, y comienza a hacerse de sus primeros equipos de trabajo, lleno de jóvenes y mujeres que plasmaban las directrices del maestro en el papel, es así como comienza una larga e intensa etapa que perdura hasta hoy.
Sus primeras carrozas vieron la luz, tanto en su corralón como en la bodega de D. Luis Díaz en la Vega, donde la misma mañana del romerito tras meses de trabajo, se terminaban de montar en la misma calle, haciendo verdaderos milagros cuando el tiempo no acompañaba.
Los años 70 fueron marcados, por los duros comienzos, donde no existían ni los horarios ni los descansos ya que se elaboraban de 14 a 15 carrozas. Hizo honor como primicia a su Virgen del Valle, al Corpus sevillano colocando a niños palmerinos vestidos de seises, dio vida a la maestranza de Sevilla, al puente de Triana, a la Alhambra de Granada, paseo por nuestras calles a la ciudad de Toledo, sorprendía con grandes palillos y guitarras, hizo navegar sin mar a las carabelas, enmarcó a guapas morenas como Julio Romero de Torres y le dio movimiento a grandes claveles rojos de papel.
De esta forma va Manolo adentrándose en los años 80, etapa que se ve consolidada por una clara evolución en la manera y forma de trabajar el papel.
Pasa de la tradicional confección de flores, a la perfección del abullonado sobre la madera, comienza a trabajar la elaboración de la pluma, para que surja el efecto del movimiento, introduce en alguna de sus carrozas reales el papel metalizado, llegando a elaborarlas por completo con dicho material, plasma en sus trabajos el barroco, le da vida a ángeles y querubines y elabora con enormes dimensiones los enseres de distintas hermandades y cuenta como nuevo elemento, con los espejos.
Da vuelo a su imaginación, y reproduce una corrida de toros entre panderetas, banderillas, abanicos y mantillas, recreó la fachada de su capilla, hizo honor al lago de los cisnes, paseó la majestuosidad de nuestra torre por sus calles y nos trasladó hasta la lejana China. A medida que va pasando el tiempo, sus trabajos van adquiriendo un aire de majestuosidad y perfección en cuanto a proporciones y dimensiones, que se van apreciando en su destacado paso por la década de los 90.
Introduce como novedad la iluminación dentro de los ornamentos de las carrozas para que ganen en realce, cuando llega la noche, hace que la seda se tornasole con la luz del sol, acompañándola de las transparencias, plasma la imaginación del gran Walt Disney en sus carrozas reales infantiles, comienza a pintar sobre el papel y consigue grandes efectos en carrozas como, el nido de golondrinas, los loros, las copas, los simpecados, el Quinto Centenario, los cuernos de la abundancia, las mariposas o la mezquita de Córdoba.
Con el cambio de siglo, llega la madurez, y con ella su consolidación como artista palmerino, e intenta tras 37 ediciones de largos romeritos, seguir rebuscando en su imaginación, Sigue marcando ese aire tan singular del que ha impregnado las Fiestas en Honor a la Santa Cruz de la Calle Sevilla, se siguen sumando a su currículum las de su actual década, surgiendo magníficas obras como las labores, la sirenita, los abanicos, Pinocho, el arco iris, el flamenco, La Palma, Alicia en el país de las maravillas, los girasoles y las espigas o las setas. Pero sobre todo en cada uno de sus años como artista de nuestra Hermandad, destacó la esperada carroza de la Reina de las Fiestas.
Su dilatada carrera como carrocista, también tiene su lado amargo, ya que a diferencia de otras obras, el trabajo de las carrozas es un arte efímero, pues tras su confección y lucimiento, es él mismo, quien tiene que pasar por el mal sabor de destruirlas y el maestro tiene que conformarse, con el recuerdo, las gratas felicitaciones, las fotografías y los videos.
Entre sus preferidas se encuentran por supuesto todas las carrozas reales, los gallos, la siega, Mayo, la madrugá, los cuernos de la abundancia o la casita de chocolate.
Pero sin lugar a dudas, su favorita entre las favoritas, su gran obra maestra, es la recordada y exacta réplica de la Carreta de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de La Palma realizada para el romerito de 1.983, que marcó un antes y un después en la historia del romerito en nuestro pueblo. Cumplía con las dimensiones exactas, todos los detalles habían sido estudiados al milímetro, se complementó con sus respectivos bueyes y su boyero, y el pueblo en pleno se volcó cuando la vio en la calle, la gente la seguía a pesar de haber hecho presencia una intensa lluvia, nadie quiso perderse tan bella estampa, nuestra carreta hizo historia, y entró en la Calle Sevilla triunfante y tras ella, todo el pueblo de La Palma, cantándole una y mil sevillanas que rompieron en un sonadísimo aplauso al llegar a las puertas de la Capilla de la Santa Cruz y tras haberle rezado la Salve.
Tal fue el impacto que dejó la carreta, que salió de nuevo en el romerito del 84, tras la solicitud de un amplio número de hermanos y palmerinos, situándola en el cortejo tras la caballería.
Pero tras tantos y renombrados éxitos, existe un gran equipo de profesionales, sin los cuales, todas las obras de Manuel Martínez Ligero, no hubieran sido posibles, una innumerable lista de mujeres ha pasado por el salón de las carrozas, cumpliendo con gran esmero las directrices del artista y grandes carpinteros que supieron reflejar y dar vida a la imaginación de nuestro carrocista. D. Juan Paulino Bellerín Sánchez, D. Antonio Casanova Coronel, D. Antonio Lagares Cerrejón Q.E.P.D, D. Juan Cordero Ferrer, D. Juan Ruiz Díaz, los hermanos Gutiérrez Tabales y D. Juan José Domínguez Limón, son algunas de esas personas que han trabajado estrechamente con Manolo, colaborando por y para el engrandecimiento de nuestras fiestas cruceras.
Manuel Martínez Ligero, ha traspasado fronteras, y a día de hoy aquella profesión que le enseñaron sus mayores en la herrería, ha quedado remitida a un segundo plano ya que pasa la mayor parte del año elaborando distintos eventos que han hecho que su currículum esté repleto de trabajos dentro y fuera de nuestra provincia.
Es amante de su pueblo, gran enamorado de la majestuosidad de su Calle Sevilla y del encanto y la sencillez que encierra la Vega, asiduo contertulio del Piquete, paseante de la "pescaría", gran admirador de los versos de D. Pedro Alonso Morgado y D. José Mª Enrique Calero, seguidor de D. Manuel Siurot y Santa Ángela de la Cruz, guarda consigo el embrujo de muchas "madrugás" del Viernes Santo junto a su Padre Jesús, y queda enmudecido ante la mirada de su madre del Socorro, fiel devoto de nuestra Patrona, la Virgen del Valle, a quien ama con locura.
Pero Manolo, es además, una persona sencilla, accesible y agradable al trato que lleva consigo desde hace cuarenta años la labor entregada de la priostia de esta Hermandad. Es crucero de los de verdad, como buen prioste, es callado, prudente, cauto y discreto en tema de cruces y como buen piompero, es espléndido y acogedor en su casa tras la procesión.
Ella es la culpable de todos tus éxitos, pues ha sido, es y seguirá siendo tu inagotable fuente de inspiración.
La Junta de Gobierno.