El pasado domingo día 24 nuestra Hermandad, juntamente con el resto de hermandades locales, recibía de manos del Sr. Alcalde el reconocimiento público a la labor social que, desde hace años, vienen desempeñando las Hermandades y cofradías de La Palma.
Se ponía en valor, de esta forma, un actuar generalmente anónimo y callado, por la propia naturaleza del acto caritativo y social, y que, sin embargo, precisaba ser puesto de manifiesto en unos tiempos como los actuales en el que los gestos y los actos vienen a constituirse en la premisa básica de la aceptación o el rechazo de una sociedad mediatizada en ocasiones por el abuso de las redes sociales.
Frente a aquellos que sólo ven en las hermandades un aspecto lúdico, festivo o cultural y la desposeen de toda significación trascendente, y todos aquellos que –utilizando tan solo lo que se ve de ellas en cuanto a manifestaciones públicas- tratan de buscar supuestas incoherencias con la doctrina de Cristo, la labor social, de ayuda al prójimo o al necesitado se convierte en piedra de toque, en el contrapunto justo que las afianza como miembros vivos del Cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia, y al que esta Hermandad se honra en pertenecer desde hace más de un siglo.
La pertenencia a la Iglesia, la afirmación clara y rotunda como creyentes que se efectúa en la Protestación de Fe en el día de mayor significación para nuestra Hermandad, la expresión pública en la Calle a la que salimos a llevar a cada rincón el símbolo por excelencia del Cristiano, y la labor social en favor de los mas necesitados, son los tres pilares básicos de cualquier hermandad.
Los dos primeros, por su carácter público y notorio, son sobradamente valorados por todos, pues a la vista de todos se producen. El tercero, el de la caridad, siguiendo el mandato evangélico de que no se entere tu mano derecha de lo que hace la izquierda, suele permanecer en la esfera íntima de la labor de las hermandades.
Este reconocimiento público por la más alta institución de nuestro pueblo viene de alguna manera a poner el foco en dicha labor sin dañar en absoluto el carácter discreto y callado con el que ésta tiene lugar.
Desde aquí damos las gracias al Excmo. Ayuntamiento y a cuantos han tenido a bien otorgar este reconocimiento, al tiempo que felicitamos y damos la enhorabuena al resto de las Hermandades de la ciudad que se han visto galardonadas con dicha medalla, que nos anima a seguir con la línea marcada por Jesucristo en el Evangelio.
“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn 15,9-11) En muchas ocasiones, la caridad bien entendida en su aspecto más amplio, da vida a aquel que la recibe, al tiempo que acrecienta la vida cristiana en el que la ofrece al prójimo.
