La esencia más pura.
El despertar de una calle que besa el sol, a los sones de la diana. El silencio, el tambor, los abrazos entre amigos.
Recorrer el pueblo a sones de alegría y gozo. Llenar la Palma con su nombre y sus vivas.
Lo que siempre fue. Lo que nunca cambia. Eso es la diana.
Luego, un haz de romero, con una bandera roja y gualda, enseña nacional que a todos nos une y tras ello, el gallardete enhiesto, de oro viejo y terciopelo antiguo: hermandad centenaria en su triunfo de Cruz de mayo. Cantes por sevillanas, vivas e himno. La espera se consume. La ilusión del gran día es ya incontenible.
Disfrutemos y vivamos este día con la alegría que nos da ser de Ella. Contagiemos a todos de nuestra forma de ser. Volvamos a enamorar a esta ciudad. Seamos dignos herederos de nuestro pasado y de nuestra esencia.