Bajo el título “I Centenario de la Aprobación Canónica de
la Hermandad”, y un fin común, celebrar “... un acontecimiento que deje una huella imperdurable en la memoria
de todos ...”, se presentaba hace ya diez años, un amplio y variado calendario de cultos y actos para conmemorar uno de los
aniversarios más importantes que puede celebrar una corporación, la aprobación de sus primeros estatutos y por consiguiente el reconocimiento eclesial que desde finales del siglo XIX la
corporación tanto ansiaba. Un hito, un acontecimiento pionero
por aquellas épocas que recibía en total plenitud todo el derecho
canónico que la convertía en institución eclesial con todos los
derechos y obligaciones.
Una comisión amparada en la Junta de Gobierno, fue la encargada de lograr los proyectos y sus mejores intenciones en fomentar
y potenciar de manera muy especial esta conmemoración. Conformando y moldeando proyectos e ideas, ilusiones y anhelos,
que llegó a contagiar a todo un pueblo y de los cuales todos fuimos partícipes de aquel año 2003.
Queda en la memoria el impresionante Cartel Conmemorativo; el
amplio y variado calendario de Cultos; la elaboración de un nuevo sudario; la exposición, publicación y diferentes conferencias
sobre la historia de la Hermandad y la devoción al Santo Madero;
la recuperación de importantes fondos documentales incrementando el rico e importante archivo histórico; los diferentes reconocimientos públicos y privados
de las diferentes
entidades locales
y sobre todo una
tarde mágica e
inolvidable, imborrable para todos
los que tuvimos
la suerte de vivir-
la: la tarde del 19
de julio del año
2003.
A las nueve, se
celebró en la calle Sevilla en un
impresionante
altar instalado
al efecto, el acto
central y conmemorativo de
nuestra efeméride: una Solemnísimo Pontifical en acción de gracias, presidido por el Obispo de la
Diócesis de Huelva, Don Ignacio Noguer Carmona. La Iglesia, y
el Pueblo, unidos en torno a la Santa Cruz. La Cruz que en 1903 llamó a las puertas de la Iglesia, vio como el Pastor de la Iglesia
venía a sus pies a Celebrar la Sagrada Eucaristía. Del mismo
modo, la Cruz que cada mes de mayo salía al Pueblo a ser Venerada y Exaltada, veía como el Pueblo acudía a su misma Calle a
celebrar su Centenario.
En su predicación, D. Ignacio, nos hizo llegar a todos un mensaje de unidad entre los fieles cristianos que veneramos y nos
encontramos al amparo de la Santa Cruz, pues la Cruz no es
símbolo de desunión sino de unidad, ya que por Ella nuestro Señor nos libró de la oscuridad del pecado y de la ceguera de los
que no quiere ver que, todos somos hermanos y defensores de
una fe común. El Obispo requirió a esta Hermandad obediencia,
sencillez y humildad, la misma que vemos en Jesucristo, que pusiéramos la otra mejilla aunque nos la golpeen. Lecciones que
llevamos consecuentemente desde aquel día.
Tras la eucaristía, procesionó de forma extraordinaria la Santa
Cruz que, paseó triunfante por su calle engalanada, transitando
su recorrido por el centro de la localidad, realizándose en el mismo tres recepciones; en primer lugar la Corporación Municipal al
completo recibió a la Hermandad a las puertas del Ayuntamiento, haciéndosele entrega de una medalla de la ciudad en reco-
nocimiento por saber mantener unas ideas y unas creencias en
el símbolo del Santo Madero, y de mantener y conservar unas
costumbres como las Fiestas de Mayo, convertido así en uno de
los patrimonios de la localidad. La segunda recepción la protagonizó la Fervorosa Hermandad de Ntra. Sra. Del Valle, Patrona
de nuestra ciudad, y Hermandad hermana, que nos recibía a las
puertas de su ermita, reconociéndonos la labor religiosa desempeñada, y el amor compartido a Ntra. Madre del Valle. La última
recepción sería la Parroquia, donde se encuentra erigida canónicamente nuestra corporación desde hace cien años, la encargada en este especial cumpleaños de dar la bendición.
Una década hace ya de aquel fastuoso año 2003, un antes y un después en la vida de la corporación y que volvió a marcar la vida y costumbres de los palmerinos. Si miramos hacia atrás en el tiempo, continuamos viendo a los mismos hombres y mujeres, piomperos y piomperas de extraordinaria altura intelectual y sobre todo humana, trabajar con ilusión, codo con codo para construir y mejorar, para ensalzar cada día a su Cruz, llevando con ese empuje siempre a esta Hermandad hacia adelante con alegría y sinsabores, con una idiosincrasia propia, un carácter, y un temple que la distingue.
Una década hace ya de aquel fastuoso año 2003, un antes y un después en la vida de la corporación y que volvió a marcar la vida y costumbres de los palmerinos. Si miramos hacia atrás en el tiempo, continuamos viendo a los mismos hombres y mujeres, piomperos y piomperas de extraordinaria altura intelectual y sobre todo humana, trabajar con ilusión, codo con codo para construir y mejorar, para ensalzar cada día a su Cruz, llevando con ese empuje siempre a esta Hermandad hacia adelante con alegría y sinsabores, con una idiosincrasia propia, un carácter, y un temple que la distingue.
Todos nos debemos sentir orgullosos de nuestra Hermandad y
en la que siempre intentamos trazar un camino de luz hacia nuestros corazones del amor que debemos profesar a la Santa Cruz,
y un camino hacia las almas de los fieles cruceros para que se
sigan llenando de fe en este bendito símbolo. Pues la Cruz, es
la luz y camino de salvación, instrumento receptor de los que
buscan a Jesús.
Felicidades.
Felicidades.