Hace ya algunos mayos, alguien muy querido y más recordado por los piomperos de La Palma, Pedro A. Morgado, escribía para una de nuestras tradicionales revistas de fiestas:
"…La primavera se humilla
Ante el Símbolo Bendito…".
Esta afamada pluma refleja en sus versos cómo la primavera trae hasta los campos de La Palma, una vida nueva para cubrir de flores y de aromas nuestra más preciada joya, la Santa Cruz de la Calle Sevilla. Cuando llega la festividad de la Santa Cruz, se está viviendo intensamente el prodigio de la primavera de Andalucía, que es calurosa y casi veraniega. Es un milagro de fecundidad donde todo se llena de vida y esplendor. Es como si Dios pusiera su corazón en La Palma para hacer de esta tierra un altar para la Santa Cruz de la Calle Sevilla.
Pero hay otra primavera que ama y venera a la Cruz como a la presencia en la tierra de la Resurrección de Jesucristo, como guía en los buenos y malos momentos, como el camino que nos lleva hasta Dios. Nos estamos refiriendo a los jóvenes, en concreto, a la Agrupación de Jóvenes Piomperos.
Desde su fundación, los que hemos pertenecido y los que siguen perteneciendo a ella, hemos trabajado por engrandecer las fiestas en honor de Nuestra Santa Cruz y para intentar involucrar a los jóvenes en las labores cotidianas de una Hermandad. Hemos intentado en todo momento hacer amistad entre las ya distintas generaciones que hemos ido pasando por ella. Desde el principio hemos sido, más que compañeros de fatigas, amigos. Hemos pasado buenos y malos momentos, los buenos los guardaremos siempre en el corazón, y de los malos, mejor no acordarse. Creo que todos recordaremos las largas noches de verano cuando preparábamos las Reglas de esta Agrupación. Nos sentíamos útiles en el seno de la Hermandad, nos daba fuerzas para no tropezar en el primer escalón. No queríamos caer en el tópico impuesto por la sociedad que nos tacha a los jóvenes de inmaduros e incapaces de luchar por una causa noble. A nosotros nos ha costado mucho esfuerzo demostrar, que en nuestros jóvenes corazones, late un fortísimo sentimiento hacia nuestra Calle Sevilla. Para Ella hemos trabajado desde el primer momento y hemos trabajado juntos e incansablemente para demostrar a los demás, e incluso a nosotros mismos, que los jóvenes no somos locos ni irresponsables, sino que también catequizamos. Digo esto porque, durante todos los años de vida de la Agrupación de Jóvenes Piomperos, los jóvenes hemos puesto nuestro amor y devoción a los pies de la Santa Cruz de la Calle Sevilla, siendo fieles a las costumbres de este pueblo, que nos han llegado por boca de los que nos precedieron en el tiempo.
Podríamos enumerar una a una todas las labores realizadas por esta Agrupación, pero todos las conocemos sobradamente. Basta decir que en todas ellas se ha puesto un amor inmenso nacido de jóvenes corazones. Todos los que hemos pasado por este entrañable grupo de jóvenes guardamos magníficos recuerdos y siempre estamos dispuestos para ayudar a los que ahora la forman. La razón es bien sencilla, a todos nos ha ayudado de alguna manera pertenecer a la Agrupación. Nos ha hecho más amigos de nuestros amigos y nos los ha dado nuevos, ha hecho que los jóvenes nos consideremos parte fundamental del amor de nuestros mayores a la Santa Cruz. En pocas palabras, ha hecho que el amor sembrado por nuestros padres y abuelos en nuestra tierna infancia, brote y se haga árbol de raíces fuertes y profundas.
La juventud es la edad en la que se abre el alma para derramar las enseñanzas que llenan nuestros corazones. Juventud que vuelca toda su pasión y todo su amor en el quehacer cotidiano que supone pertenecer a la Agrupación de Jóvenes Piomperos porque, "Pasión de esta juventud, eres Santa Cruz Bendita."
Desde aquí una oración por la juventud, que no deje en su empeño, que el camino es difícil, pero la recompensa lo merece. ¡Qué razón tenía Pedro A. Morgado!:
"…La Primavera se humilla
Ante el Símbolo Bendito…"
María Rosa Pichardo Prada.